Serge Lutens, el genio de la botella

Serge Lutens



Serge Lutens nació en 1942 en el seno de una familia obrera al norte de Francia, en Lille. Con apenas veinte años trabajó como fotógrafo para Vogue, especialista de maquillaje en Carita y responsable creativo del colorido Dior durante 13 años. La vida del joven Lutens quedó marcada en 1968 cuando buscando colores para Dior, descubre la magia y sensualidad de Oriente en un viaje a Marruecos. En 1980 dejó Dior por Shiseido, acepta encargarse del maquillaje de la casa nipona a cambio de abrir una tienda en París donde exponer su creatividad olfativa. Serge Lutens no entendía de perfumería, ni era químico, pero sabía lo que le gustaba. Lutens empleó a Christopher Sheldrake, de Quest, como ingeniero secreto para que convirtiera en productos químicos los conceptos que le indicaba. En 1982, Shiseido lanzó el primer perfume de Serge Lutens. “NOMBRE NOIR” se componía de un osmanto natural extraído directamente de la flor y una molécula de damascona sintética de rosa y madera mezclada con ciruela. Era tan hermoso, que pocos entendieron la magia y desapareció del mercado. Diez años después convulsionó el mercado con “FEMENITÉ DE BOIS”, una composición que inauguró la familia olfativa amaderada en las fragancias femeninas.

En el año 1992 ocurrió lo esperado, los jardines del Palais Royal en París albergaron una lujosa tienda decorada en colores ocres y malvas. “Les Salons du Palais Royal Shiseido” sirve de cofre para guardar el tesoro olfativo de un artista independiente. Sus perfumes lo componen sólo 20 ingredientes, frente a los 200 de una fragancia comercial. El objetivo es mostrar las facetas más hermosas de las materias primas, lo de “menos es más” se hace axioma con los perfumes de Serge Lutens. Cada creación tiene un ingrediente principal: la flor de azahar, el sándalo, el cedro, la miel, el ámbar… éstos son el “leitmotive” para el perfumista, pero jamás su única herramienta de trabajo. El artista sublima el aroma a su capricho, enriquece el bouquet con otras materias primas, construye y deconstruye imágenes oníricas combinándolos con moléculas diferentes… El jazmín de Lutens no es la flor que olemos en el jardín, sino su propia interpretación. Un jazmín incluso más bello que el real.

Su colección de perfumes están divididos en dos líneas: la de venta exclusiva en París y la de exportación. La primera tiene perfumes más difíciles de entender, no comerciales, dirigidos a un público entendido y muy elitista. Son olores alejados del gusto occidental y con reminiscencias a las antiguas farmacias. Los frascos en forma de campana de 75 mililitros se venden por 105 euros. Los perfumes de la línea de exportación tampoco son fáciles de entender, pero los hay más cercanos al gran público. Los frascos son rectangulares, únicamente adornados por una simple etiqueta con el nombre. Se pueden comprar en perfumerías selectivas y algunos centros El Corte Inglés. En estos, los 50 mililitros de EDP salen por 80 euros, exceptuando algunos que vienen en EDP de alta concentración y alcanzan los 100 euros. En cualquiera de las líneas, los perfumes misteriosos, hipnóticos y carnales de Serge Lutens ostentan nombres de libros: “Ambre Sultan”, “Chergui”, “Cuir Mauresque”, “Musc Koublaï Khän”, “Tubéreuse Criminelle”, “Rahät Loukoum”…

Adentrarse en el mundo Lutens es convertirse en personaje de «Las mil y una noches». No soy de levantar altares, ni adorar falsos ídolos, Serge Lutens es simplemente un artesano, un hombre con gran sentido del gusto que crea fragancias para pieles, independientemente del sexo y la edad. Me gusta su trabajo, lo encuentro interesante y displicente ante las normas del marketing contemporáneo. Igualmente entiendo a quienes no les gustan sus perfumes. Tampoco Serge Lutens pretende complacer a todos.

Describir un Serge Lutens es más un ejercicio de imaginación que un reto olfativo. Todos tienen una duración extrema en la piel y el «sillage» no deja indiferente a nadie. Aquí dejo unas impresiones de mis dos favoritos: “AMBRE SULTAN” y “FLEURS DE CITRONNIER” . Espero leer las vuestras.

AMBRE SULTAN” es un ejemplo clásico de perfume Oriental y el perfume de ámbar por excelencia. Tiene la capacidad inmediata de transportarte a un harem del Medio Oriente. Es un aroma opulento e intoxicante, lo llena todo. La salida olfativa es un trozo de ámbar sucio encontrado en el zoco de Marruecos y resinas. Me huele a los aceites que los transeúntes han puesto en la piel durante el día y una vez puesto el sol ofrecen al aire con la cuota justa de sudor. El perfume evoluciona con acordes profundos de un ámbar cada vez más oscuro, incienso, flores, más especias e hierbas. En algún momento se hace dulce con efluvios de dátiles y frutos secos. El orégano y el coriandro aportan un ligero frescor que pronto queda acallado por una benzoína ricamente empolvada. La base es cálida, una mezcla armoniosa de ámbar y maderas, notas de raíz de angélica, vainilla, sándalo y pachuli. Una sola aplicación es suficiente y no lo recomendaría para verano, sino en invierno cuando las especias y resinas muestran sus facetas más sensuales. Porque aunque te parezca imposible, “Ambre Sultan” es un perfume seductor, yo diría sexual. En ocasiones me ha olido a sexo de mujer… y huele muy bien. Es el best-seller de la colección y uno de los que el propio Serge ha confesado usar. Según sus palabras, cuando se perfuma, suele llevar “AMBRE SULTAN”, “SA MAGESTE LA ROSE” o “CLAIR DE MUSC”.

FLEURS DE CITRONNIER” es una combinación de notas cítricas, florales y el omnipresente almizcle en toda creación del binomio Lutens – Sheldrake. A diferencia del resto de las propuestas de la casa, éste es un perfume muy llevable, incluso para quienes no están acostumbrados a los olores más elaborados de las casas “niches”. Las notas de salida son frescas, acordes de hojas de limonero y neroli y el azahar aportando ligereza. La sensación es de limpieza, un olor a jabón de tocador o simplemente la imagen de un limonero florecido en plena primavera sevillana. La composición adquiere luminosidad con un manojo de flores blancas: nardo indio, jazmín y el toque empolvado del lirio. Este ramillete bañado en miel blanca produce dulces efluvios de una femeneidad nada inocente. Las notas graves son más profunda, mezcla almendra, styrax (*1) y un almizcle “sucio”. Me parece un perfume primaveral redondo, bien elaborado y con una evolución magistral. En la piel muestras varias facetas a lo largo del día… porque (al menos a mí) me dura toda la jornada. Altamente recomendable, aunque como todo Lutens debe probarse en la piel al menos un par de veces antes de comprarlo.

*1: Styrax: Género de la familia Styracaceae que agrupa unas 100 especies. Crecen en el hemisferio norte en zonas templadas y regiones tropicales de Asia y Sudamérica. De la savia de la corteza desecada se extrae el benjuí, un aromático incienso de venta industrial.